La funcionalidad no tiene porqué estar reñida con el diseño. En tresde13 estamos convencidos de ello y no vamos a cambiar nuestra manera de pensar.

A menudo, los percheros o colgadores parecen estar en una categoría inferior en cuanto a diseño y no les damos el valor que tienen por el simple hecho de ser una pieza funcional.

Volvemos a encontrarnos con una pieza que es un complemento, no es el protagonista de una sala de estar o de un comedor como bien podría ser una mesa o el sofá. Pero no por ello debemos dejar de prestarle la atención que se merece.

Sabemos de la utilidad de un colgador, no hay nada más incómodo que llegar a casa (ya sea la nuestra o la de alguien) y no saber qué hacer con la chaqueta. Que si en una silla, que si encima del sofá, que déjame a mí que te la guardo yo…

Si tenemos espacio en la entrada de casa, un buen colgador en la pared en acero con una balda de madera rústica para dejar accesorios como cascos, gorras, guantes, etc. y unos ganchos para las chaquetas nos serán de lo más útil y además ofreceremos una muestra de buen gusto en la decoración nada más entrar por la puerta. Ya sabes que para la primera impresión solo tienes una oportunidad y qué mejor que mostrar a tus visitas el buen gusto por la decoración con el primer mueble que van a ver de tu casa.

Una vez más estamos ante un mueble que nos permite imaginar diseños, usar materiales y experimentar con formas prácticamente infinitas. En un recibidor grande con espacio podemos crear un carro de acero donde colgar las chaquetas con baldas de madera para guardar gorros, bufandas, bolsas, etc. O también podemos usar una caja de acero industrial para guardar los zapatos y ponernos las zapatillas nada más entrar en casa.



Colgador de metal.

¿Y si tenemos poco espacio en nuestra entrada?



Colgador de madera y metal.

Pues nada mejor que unos ganchos de acero fabricados a mano con unas formas diferentes a lo que estamos acostumbrados. Ya os he contado que el acero es muy amable a la hora de dejarse moldear y permite hacer infinidad de formas. Podemos esconder las soldaduras puliéndolas hasta, prácticamente, hacerlas desaparecer y aplicarles infinidad de acabados. 

Hay un acabado en especial que a mí, particularmente, me encanta. Estoy hablando de la oxidación. Me gusta utilizar una técnica que oxida ligeramente la superficie del acero creando un color marrón oxidado (obvio) al que solo se tiene que aplicar una fina capa de barniz transparente. La aleatoriedad del proceso creará unas formas, colores y texturas únicas en cada pieza.